El sentido de pérdida del Inca y su renacimiento en el criollo y el mestizo: una metáfora de la vida.
Recuerdo la pregunta que le hice al historiador en la ciudad de Cusco: ¿Por qué los edificios tienen esas piedras en sus bases? Su respuesta fue en esencia bondadosa, pero con ese aire de incredulidad ante mi ignorancia sobre el tema.
"Esas son las piedras bases de la ciudad Inca, los españoles construyeron la suya utilizando estos cimientos".
Luego de visitar Perú, sobre todo Cusco y Machu Picchu, y ahora Quito en Ecuador, y transitando parte del camino Inca que hoy es la carretera García Moreno de su centro histórico, "santificado" por siete cruces por parte de la conquista española, siento la osadía de aventurarme a reflexionar sobre este asunto...
He tenido la oportunidad de presenciar la conquista sistemática también en la ciudad Azteca de Tenochtitlán, hoy Ciudad México; en la ciudad de Cholula en Puebla, en los asentamientos peregrinos de la ciudad de Plymouth en las tierras de los Wampanoags, en la construcción de Estambul por los otomanes sobre los cimientos de la vieja Constantinopla y la ciudad de Dublin construida sobre los cimientos de la ciudad vikinga en Irlanda, por dar algunos ejemplos.
Regresando a Cusco y a Quito, ¡qué trascendental fue presenciar aquellas imponentes piedras, testigos de una civilización tan maravillosa como los Incas! Hice lo mismo que el primer día que ví una auténtica construcción romana, un puente en la ciudad de Salamanca en España, corrí a tocar las piedras, para de alguna manera sentir esa conexión con tanta historia. Ahora bien, en Cusco y en Quito esa conexión ha sido distinta.
¡Cuán trágica puede ser la pérdida de un lugar tan hermoso! Las fortalezas de Machu Picchu y de Sacsayhuamán son testigos de la gloria de las ciudades Incas; y las imponentes montañas de Huayna Picchu y Putucusi en el Perú y los volcanes de Antisana y Rucu Pichincha en Quito son testigos de la majestuosidad natural que les rodeaba. Con la conquista española pierden el dominio de sus privilegiadas tierras, sus propiedades, y peor aún, su identidad. El despojo que les provoca la imposición de la cultura e ideologías europeas incluyendo la religiosa, es la pérdida última. De vivir con tanto adelanto, como una de las civilizaciones más avanzadas y con una autoestima colectiva tan alta, a ser considerados sin alma, inferiores a lo humano, totalmente despreciables, una herramienta laboral del blanco. Los Incas, no solo lo perdieron todo, se perdieron a sí mismos.
Con los años surgirá el criollo y el mestizo que serían el resultado de hijos de europeos criados en América o de la unión entre blancos europeos y mujeres Incas y viceversa. Estos fueron, en un inicio, tratados como inferiores, pero con el tiempo, conformaron la mayoría de la sociedad, la misma que libertó Bolívar en el siglo 19 y que hoy son los países de Perú y Ecuador.
La gloria del Inca hoy sobrevive como un recuerdo lejano que renace en los hijos e hijas que nunca pensó tener. Renació la vieja gloria en dos nuevos y maravillosos países que engalanan a la América con tanto.
La Pachamama continuó siendo venerada, no solo por los campesinos que aún le invocan en sus rituales. También es venerada por quienes, a través de un nuevo símbolo, la adorada Virgen, posiblemente el símbolo religioso más adaptable a distintas culturas y regiones, perpetuaron el culto a la Madre. Sí, mataron al Inca, pero no sus ideas; mataron al Indígena, pero no su legado, que es herencia a la humanidad moderna.
Es decir, que de la pérdida y el despojo renace una humanidad nueva que continúa el viejo proceso evolutivo de la humanidad que ya a 200,000 años continuamos aquí...
Y, ¿no es la vida un ciclo continuo de ganancias y pérdidas como el resto del Universo? El mismo nacimiento del humano es una metáfora de esto. El total despojo de la madre, es el inicio de una nueva vida.
Fue Cabral el que un día dijo: "la vida es como es, no como quisiéramos"; y es así, una enramada de alegrías y desilusiones, una ecuación de éxitos y fracasos, un continuo luto a experimentar. Hemos perdido de todo: desde la firmeza de la piel, hasta el pelo, la juventud, salud, y relaciones. Hemos perdido la inocencia y las alegrías más sencillas de la vida, la esperanza en la humanidad y la fe en la gente. Al final, incluso nos hemos perdidos a nosotros mismos. Es entonces la pérdida parte inherente de la existencia. No toca luchar contra esta, toca recibir lo que, cual maestra, tiene que enseñar.
Si miras en el retrovisor de los años, ¿no es cierto que esas grandes pérdidas han formado la persona que eres hoy?
En mi vida ha sido ciertísimo, las grandes pérdidas han sido, con todo su dolor, el renacer a nuevas versiones de mí mismo, en camino a la plena realización...
Ayer el historiador en Quito me compartía que hay un dicho que es una filosofía existencial de los ecuatorianos: "chulla vida". Significa la única vida o, la vida es una; y así es. Es una para vivirla con todo, es una con sus pérdidas y renacimientos, es la única.
Que hoy tus perdidas se transformen en los renaceres que construirán tu pleno destino...
Que hoy no te aferres a las viejas glorias saboteando tu crecimiento, que tras la pérdida reconozcas la nueva gloria que no esperabas...
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